sábado, 14 de febrero de 2015

Mariposa

-Mi nombre es... quizás eso no importa, me llaman mariposa, no soy más que una simple chica a la cual solo le gusta soñar, seguro si me siento a la sombra de este gran árbol podré quedarme dormida.

Ella estaba tan relajada que pronto se dejó caer en un profundo sueño. La suave brisa soplaba haciendo que cayeran algunas hojas a su alrededor, pasó una hora y empezó a escuchar una suave voz que le llamaba. Abrió sus ojos poco a poco y le vio, un chico de 17 años, 6 años mayor que ella.

-¡Me he quedado dormida!- sonrió, mirándole tiernamente.
-No me gusta dejarte sola mucho tiempo- posa su mano en la cabeza de ella, acariciando suavemente su cabello.
-Sabes que puedo cuidarme sola- se levanta y sacude su vestido blanco.
-¿Y tus zapatos?- él pregunta, mientras ve sus pies descalzos entre la hierba.
-Los he dejado dentro de la casa, así soy mas libre- ella le extendió su mano- ¿quieres ir al lago?
-¡Seguro!, no puedo dejarte ir sola- le da la mano, se levanta, ella le ayuda.

Se van caminando por un largo sendero lleno de flores, ella saltaba alegre alrededor de él mientras seguían el camino.

-Mariposa, ¿te llevo sobre mi espalda?- el para y se pone de rodillas.
-¡Claro que si!- ella muy feliz se sube y se aferra fuerte de él, siguen avanzando hasta que escuchan el sonido del agua, van más adelante y ven aquel lago, el agua corría tranquilamente, el la deja en el suelo.

Ella corre y se sienta encima de una roca, mientras chapoteaba refrescando sus pies. Él se quitó sus zapatos y se sentó a su lado imitándola, ella voltea y le mira con una gran sonrisa, el le regresa la sonrisa.

-¿No te parece agradable esto?- pregunta ella, el solo asiente.

Ella se levanta y camina para meterse en el agua, se queda ahí mirando el cielo, en ese momento pasan algunas aves. Ella voltea y solo lo ve a él. Aunque él es mayor se siente atraída por él, solo que él jamás se fijaría en una niña como ella. El estaba algo distraído, voltea al darse cuenta de que ella lo miraba, ella rápidamente mira para otro lado y se sonroja.

-¿Te ocurre algo?- la miró algo divertido por su reacción. Ella solo negó.

El cielo pronto se fue poniendo oscuro, él rápidamente se puso sus zapatos sin siquiera secar sus pies y la tomó de la mano, corrieron por aquel largo sendero, a mitad comenzó a llover, corrieron para llegar a la casa de la chica. Cuando por fin llegaron, estaban totalmente mojados, cerraron la puerta tras de sí. Rieron un momento.

-¡Debiste llevar zapatos!- dijo él, a lo que ella solo se sonrojó- ve a cambiarte cogerás un resfriado.
-¿Y tu?
-Yo iré igual a cambiarme, luego iré a preparar sopa para que no nos enfermemos.
-De acuerdo- ella sube las escaleras seguida de él, que tiene su propia habitación para quedarse algunas veces para hacerle compañía.

Ella buscó unas toallas y comenzó a secarse, cambió sus ropas y limpió sus pies, para ponerse una pantuflas rosadas. Él llamó a su puerta, ella lo dejó pasar. Él la miró y notó su cabello algo desordenado.

-¿Que haré contigo?- dice él para acercarse
-¿Por qué lo dices?- ella mira como toma un cepillo para empezar a peinarla- Tu siempre eres atento conmigo, desde que nos conocimos, te lo agradezco.
-Eres muy importante para mí, no quiero que nadie te haga daño, muchos querrán hacerte daño si saben lo de tus poderes, estoy aquí para protegerte... ¡Listo ya está!
-Pues entonces bajemos a preparar la sopa.- Ella baja y junto a él llegan a la cocina.

Pasan la tarde cocinando juntos, para luego disfrutar de una rica cena, cocinar juntos es algo que se ha vuelto costumbre. Después se sientan para charlar un largo tiempo, el clima no cambiaba aún llovía y ella solo leía para distraerse, tenía muchos libros los cuales la llevaban a aventuras inimaginables para ella.

-Sabes, quisiera poder ser libre sin temor de que alguien me haga daño- se recuesta en el piso de la sala boca arriba sosteniendo el libro en su pecho.
-Eres aún muy joven, ya llegará el día en el que estés lista para poder conocer el exterior. Por el momento te quedarás aquí, no te hace falta nada y me tienes a mi y a los demás que somos tus amigos.
-Bien, esperaré a crecer un poco.- se gira para seguir con la lectura.

Ya era muy tarde y Mariposa sentía algo de sueño, aquel chico acompaño a la puerta de su habitación, ella le deseó buenas noches y pronto entró para cambiarse y acostarse. Afuera estaba mas fuerte la lluvia, las ramas golpeaban la ventana, ella estaba tratando de conciliar el sueño, sentía un poco de temor al ver el cuarto tan oscuro. Tal vez podría ir a dormir junto a su amigo, aunque ella quería algo más que una simple y bonita amistad, tan sólo podía conformarse con ser su amiga.

No tardó en ponerse de pie e ir hasta la habitación de él, tocó y esperó pero no escuchó a causa de la lluvia tan fuerte. Decidió abrir la puerta un poco.

-¿No puedes dormir Mariposa?- él se encontraba sentado en la cama.

Ella entró y cerró la puerta, él le hizo espacio y ella se acostó abrigandose, le encantaba estar junto a él. Se sentía tan a gusto y segura, él se acomodó y acarició su cabeza para que se fuera calmando.

-Contigo me siento tan segura, que descanses Yuuto-kun- dijo para cerrar sus ojos, el le siguió, ambos quedaron durmiendo en medio de la fuerte lluvia.